
Por: Enrique Valdés Machín
Proclamado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el mundo celebra hoy, por primera vez, el Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques.
Llama la atención que en pleno siglo XXI, después de dos devastadoras guerras mundiales y en medio de los compromisos de la ONU para alcanzar los tan ansiados objetivos del milenio, que propugnan un mundo menos invasivo para los más desposeídos y con mayor justicia social, se necesite de un decreto oficial para tratar de proteger ese elemental derecho humano.
Cuba aún en medio de la pandemia, el recrudecimiento del bloqueo norteamericano y las dificultades económicas mundiales derivadas de la COVID-19 no tiene ningún problema para celebrar la fecha.
En la Isla, niños y jóvenes gozan de un entorno seguro para su desarrollo, garantizado desde la misma Carta Magna aprobada hace poco más de un año por la mayoría de su pueblo.
Desde los primeros años de la década de los 60 implementó la Educación gratuita y cada persona puede llegar tan lejos como su capacidad intelectual se lo permita, mientras incluso en medio del peligroso coronavirus busca las mejores alternativas para continuar con un curso escolar con las más estrictas normas de distanciamiento social y físico.
Sin embargo, si un organismo como la ONU considera que debe dedicarse un día para visibilizar y empoderar este tema es porque en muchas partes del mundo niños y jóvenes sufren las consecuencias de ataques armados, desastres naturales, enfermedades y agresiones en medio de conflictos que nada tienen que ver con sus intereses y sí con el apetito imperial por los recursos naturales.
¿Cómo explicarle a los niños y jóvenes de Siria, Iraq, Libia, por solo enumerar algunos de los ejemplos más recientes, que el petróleo de sus países, la posición geográfica o sus riquezas naturales les privan del derecho a la educación universal?
¿Cómo explicarles también que las ansias de libertad e independencia de sus países convulsionan su entorno y recrudece la violencia? ¿Cómo decirles que por todo ello están condenados a la ignorancia y se les niega el acceso a las nuevas tecnologías y a los beneficios que pudieran traerle una adecuada instrucción?
¿Acaso ahora, mientras redactamos estas líneas previas al citado Día, alguien desconoce que cientos de millones de niños y jóvenes mueren de enfermedades curables, sin acceso siquiera al agua potable y desplazados de sus países de origen en búsqueda de sitios más seguros y lejos de los conflictos armados que los arrastran?
Mientras la pandemia de la COVID-19 cobra la vida de casi un millón de personas y enferma a millones de ellas ¿qué quedará para los desposeídos de siempre, los que no salen en las fotos de las grandes personalidades dándose efusivos apretones de manos después de discutir en vano la manera de salvaguardar al planeta de los grandes desastres?
Si la educación global y gratuita es un derecho inalienable de todos ¿bastará este Día universal para dotar de los recursos necesarios a quienes la pobreza les niega a diario además de la educación el derecho al sustento?
¿Podría la institución mundial convencer al presidente norteamericano Donald Trump de honrar su deuda con organizaciones que destinan sus recursos financieros a promover la cultura y combatir pandemias y epidemias? ¿Podrían además explicarle que su política de sanciones y bloqueos contra países no afines a su ideología conspira contra la propia obligación de sus gobiernos de brindar a su población escolar educación gratuita, segura, equitativa, inclusiva y de calidad?
Si como declarara Audrey Azoulay, directora de la UNESCO, las escuelas deben ser lugares seguros para los niños y en ellas no deben existir posibilidad alguna de exposición a riesgos, conflictos o violencia ¿Accedería el presidente norteamericano y su gobierno a adoptar una ley que prohíba el uso de las armas de fuego y mengue el poder de la Asociación del Rifle?
¿En caso contrario, tal y como ha sido su posición a pesar de recientes sucesos de sangre en centro escolares, se atrevería alguna institución a juzgarlo por el crimen de lesa humanidad que aúpa con esa actitud?
En países del llamado Tercer Mundo muchos jóvenes ven frustrados sus sueños por carecer de recursos para estudiar ¿cuántos de ellos podrían ser personas distintas e incluso desarrollar talento suficiente para dejar aportes importantes a la humanidad? Eso en estas condiciones de desigualdad nunca lo sabremos.
Pese a todo, desde Cuba aplaudimos la decisión de la ONU porque al proclamar este Día, de alguna manera el mundo deberá detenerse, al menos un instante, a meditar sobre el tema y aunque el camino evidentemente será largo, siempre la solución estará más cerca después de este primer paso.



















