Fecunda fue la vida del Apóstol, vasta su obra revolucionaria, y literaria, y su devoción por los pobres de la tierra. En sus cartas, versos, publicaciones periodísticas y artículos conocemos a un Martí defensor de los ideales de justicia social y de la Patria, a un hombre sencillo, sensible y humano. Siempre preocupado por la infancia, ese inmenso tesoro, fuente de grandes resultados y el futuro.
El pensamiento de nuestro Héroe Nacional es la cúspide de un legado cultural, político, social y filosófico orientado hacia los más sagrados intereses de nuestro pueblo revolucionario, por lo que su vigencia es eterna. Estas razones hacen imperiosa la necesidad de preservar su legado.
Hace apenas una semana los niños de la Colmenita nos demostraron la importancia de que los más jóvenes aprehendan la obra del Maestro y hoy estos niños lo reafirman. A Martí hay que leerlo, reelerlo, buscar la esencia de su pensamiento, llevarlo a la praxis, eso es lo más importante: transformar su idea en acción, y entonces, también estaremos siguiendo el legado del Comandante en Jefe.
No en vano Martí es el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada, esta “culpabilidad” que en él depositó un joven abogado en 1953, viene dada por la obligación que apreció una generación de continuar su legado.
Hoy en la noche, cuando las antorchas iluminen el camino tantas veces recorrido por generaciones de cubanos, rendiremos tributo a estos dos grandes.
En vísperas de cumplirse el 164 Aniversario del Natalicio del Apóstol cubano, los trabajadores de la Fiscalía desfilaron en la histórica marcha de las Antorchas, demostrando su compromiso, voluntad y amor a la Patria. Esta peregrinación, que comenzó como un intento para no olvidar al Apóstol en el año de su centenario, se debe resguardar.
Martí y Fidel no pueden ser letra muerta, cada día sus pensamientos y ejemplo deben renacer en nuestro actuar, solo así seremos fieles seguidores, solo así seremos verdaderos martianos y fidelistas.
