Autor
Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República
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En este artículo:
Cuba, Miguel Díaz-Canel, Asamblea Nacional del Poder Popular
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Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la clausura del Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su X Legislatura, en el Palacio de Convenciones, el 20 de diciembre de 2024, “Año 66 de la Revolución”

(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, que nos acompaña hoy con su legendaria energía, como lo reconocen sus combatientes y todo su pueblo (Aplausos);

Querido compañero Esteban Lazo, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado;

Queridas compañeras, queridos compañeros:

Vengo ante ustedes, como cada año, a cumplir un deber difícil: rendir cuentas, explicar los enormes esfuerzos y los aún insuficientes resultados en la gestión presidencial, frente a los obstáculos descomunales que nos han impuesto seis décadas de bloqueo y la injusticia predominante en las relaciones económicas internacionales, que han convertido al mundo en un mercado de apuestas, con escasas opciones para las naciones que, como Cuba, se niegan a aceptar la ley del más fuerte.

Mi mayor sueño es llegar un día a esta Asamblea genuinamente del pueblo a decirles que derrotamos el bloqueo con sus 243 nudos adicionales y que salimos de la espuria lista de patrocinadores del terrorismo, donde jamás debimos estar.  Vencidos esos obstáculos, todo dependería de lo que seamos capaces de hacer y de impulsar con el heroísmo, la inteligencia y la creatividad que nos distinguen como pueblo.

La verdad es el reverso de ese sueño: el bloqueo, sus nudos y la lista espuria no tienen fecha de caducidad.  Es el estilo de los imperios: imponer castigos y extenderlos en el tiempo.

Cuba es el país con más años bajo bloqueo, pero no el único.  Constantemente tenemos noticias de personas y países cercados por sanciones.  Los nuevos halcones, aun antes de asumir, hablan de “la paz a través de la fuerza”. Desprecian profundamente la diplomacia como vía para el entendimiento con naciones que no consideran sus iguales, a las que desprecian. 

Conscientes de la injusta configuración de las relaciones económicas internacionales y de las tendencias ultraderechistas que se van imponiendo a nivel regional y mundial, como respuesta política a los desequilibrios económicos globales, en Cuba nos hemos propuesto concentrar fuerzas y esfuerzos en la defensa del sistema social escogido, garantizando el máximo de justicia social posible en las actuales circunstancias.

Esa es, sin duda, la tarea más difícil de una época que, a nivel universal, ha ido imponiendo como medida de progreso un irracional modelo consumista, derrochador y egoísta, hasta llevar al planeta al borde de su autodestrucción.

Como revolucionarios marxistas, martianos y fidelistas, no nos cansaremos de pelear contra las corrientes proimperialistas, fascistas, guerreristas, excluyentes, depredadoras que amenazan a nuestra especie.  Y seguiremos insistiendo en el desarrollo de un modelo humanista, solidario, justo y responsable con el medio ambiente.

La más reciente Conferencia de las Partes sobre la Convención del Cambio Climático apunta al egoísmo, al engaño y la falta de honestidad con que se ha actuado a lo largo de los años por los más poderosos, como los grandes responsables de la elevación de la temperatura en la Tierra y de la erosión ambiental.

Es cada vez más evidente que el mundo requiere encaminarse hacia la construcción de un nuevo orden internacional, con la participación de todos, en el que Cuba tiene la disposición de aportar.

Ese debe ser un orden justo, equitativo y de paz, que respete la soberanía de todas las naciones en condiciones de igualdad, apegado al Derecho Internacional; que promueva el desarrollo sostenible, supere las inmensas desigualdades e inequidades que se alimentan de la explotación y la concentración de la riqueza; que ponga fin a la agresión y a la usurpación, a la amenaza y al uso de las medidas económicas coercitivas unilaterales con fines políticos.

Es urgente e ineludible actuar en ese sentido, aunque ello requerirá convocar la voluntad de muchos. Desde aquí ratificamos que no faltará la nuestra para avanzar en esa dirección en todos los escenarios posibles.

Insisto en las características del contexto mundial en este desafiante año que termina, porque no puede subestimarse el peso de esas circunstancias en la realidad concreta de la nación.

Solo aquellos que creen que el mundo entero es su aldea y desconocen a los gigantes que van por el cielo engullendo mundos, como alertaba Martí en Nuestra América, pueden abstraerse de la incertidumbre global en esta convulsa época.  Ningún país puede vivir y desarrollarse al margen del orden económico imperante, especialmente si lo intenta con el dogal de un bloqueo genocida.

Eso, claramente, no exime al Estado y al Gobierno de la imprescindible autocrítica, ni nos libera del análisis de las insatisfacciones.  Por el contrario, nos obliga a un ejercicio de búsqueda profunda y responsable de todo cuanto hemos hecho, para que emerja, allí donde fue posible, el resultado que merece multiplicarse.  Y también de enfrentamiento a lo que frena, obstruye, impide el avance y debe ser barrido del panorama nacional, ya suficientemente agobiado por la guerra económica a la que estamos sometidos con sistematicidad y saña incomparables.

Justamente detrás de las reservas y las motivaciones que explican los avances y también los errores y las inercias que les ponen frenos, estamos yendo a las provincias y los municipios, y hemos encontrado de todo en cuanto a actitudes y resultados. Pero lo que nos ha deslumbrado de forma total y definitiva es el heroísmo del pueblo cubano (Aplausos), un valor intangible y sin embargo descomunal que, como hemos dicho antes, merece un monumento y nunca será suficiente.

Este año hemos realizado 130 visitas a provincias, de ellas 19 a municipios afectados por eventos naturales devastadores como los dos huracanes y los sismos, de cuyas secuelas aún no nos recuperamos totalmente.

Para nuestra satisfacción, el método está resultando efectivo en la búsqueda de explicación a las diferencias que se advierten entre territorios de similar desarrollo que han tenido resultados muy desiguales frente a problemas comunes.

En intercambio vivo y directo con el pueblo confirmamos todos los días la importancia de argumentar, controlar, estimular, impulsar soluciones, sistematizar y socializar buenas experiencias de trabajo y resultados para que se conviertan en referentes.

Esos intercambios cargados de aprendizajes no los inventamos nosotros.  Son lecciones que aprendimos en la escuela política de Fidel, que siempre encontró en el pueblo la respuesta a los problemas del pueblo, y en el permanente consejo de Raúl de actuar con el oído pegado a la tierra. No hay buró ni reunión que pueda sustituir esos encuentros que nos están ayudando a ver in situ lo que no siempre alcanzamos a comprender desde la frialdad de un informe.

Como ya dije en el IX Pleno del Partido, así se afianza una profunda y sentida convicción, que se me multiplica en esos recorridos por los municipios del país. Basta con ver en el terreno lo que hacen tantos compatriotas y colectivos, levantando las más imaginativas soluciones a los problemas cotidianos, combatiendo con las armas del trabajo, en las más duras condiciones por la falta de recursos, para confirmar que sí hay salidas.

Eso es a lo que llamo resistencia creativa, un concepto para nada abstracto que explica lo inexplicable: el triunfo de un  pueblo pequeño y sin recursos sobre su poderoso adversario.

Dijo una vez el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz: “Lo que tengamos en el futuro tenemos que crearlo nosotros, tenemos que conquistarlo con nuestros brazos, con nuestro sudor y con nuestra inteligencia. Podemos llegar a hacer mucho y podemos llegar muy lejos, porque tenemos lo que no tienen otros: la cantidad de talento acumulado de nuestra sociedad, la cantidad de inteligencias desarrolladas. Con lo que tenemos podemos alcanzar lo que queramos”. 

En esas ideas se afirma y sostiene nuestra resistencia creativa, el arma que no conoce el enemigo.

Más adelante informaré sobre otras estrategias, medidas y decisiones que deben permitirnos remontar las mayores dificultades internas, siempre desde esa fuerza, ese poder, esas reservas de talento e inteligencia desarrolladas por la sociedad cubana como respuesta al cerco que pretende asfixiarnos.

Ahora permítanme volver sobre el contexto internacional, en particular todo lo relacionado con los cambios que están reconfigurando el mapa geopolítico mundial con impacto en todos los ámbitos.

Compañeras y compañeros:

Este año 2024 llega a sus días finales con un escenario internacional altamente preocupante.

La amenaza de una conflagración nuclear está más cerca que en cualquier otro momento desde hace más de medio siglo.  La ambición expansionista del imperialismo, impulsada por Estados Unidos por vía de la OTAN, eleva el peligro del uso de armas nucleares en Europa a límites seriamente preocupantes.

El genocidio contra el pueblo palestino por parte de Israel, con el abierto apoyo de Estados Unidos y de otros aliados, es ya una de las atrocidades más despiadadas que haya conocido la humanidad.  Y ocurre a la vista de todos, con la impotencia de las Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional y la multiplicidad de organizaciones internacionales supuestamente concebidas para promover y proteger los derechos humanos.

La ostensible ambición israelí de rediseñar el mapa político del Medio Oriente por vía de la fuerza y con el apoyo de poderosos aliados es una vergüenza para la comunidad internacional.  La agresión contra el Líbano es un crimen internacional.  Los esfuerzos agresivos para destruir la integridad territorial y desmembrar a Siria son otro crimen de similar envergadura.  En esa región del mundo existe el peligro de una conflagración de dimensiones globales cuyo control nadie puede asegurar.

Los antecedentes que se están registrando y la abierta impunidad de los agresores amenazan con dificultar en el futuro cualquier posibilidad de aunar la voluntad de la comunidad internacional para salvaguardar la paz.  A la vez, las expresiones de racismo, la supremacía étnica y el desprecio a poblaciones y religiones ajenas están alcanzando extremos no vistos desde la derrota de los nazis en 1945.

Estamos conscientes de las posibles implicaciones asociadas a la llegada al poder en Estados Unidos de un nuevo gobierno en el que tendrán gran influencia políticos con intenciones muy agresivas contra Cuba.  Como hemos dicho, era un escenario previsible y nos hemos ido preparando con tiempo.

También tenemos plena conciencia de lo que ha hecho en estos cuatro años el gobierno que termina en Estados Unidos, que es apostar al colapso de la Revolución por medio de la aplicación despiadada del sistema de medidas coercitivas que estableció su predecesor para reforzar el bloqueo económico.

No tuvo siquiera la decencia de aliviar su agresión económica en los más duros momentos de la COVID-19 o cuando hemos enfrentado desastres naturales o de otro tipo.  Con cinismo increíble, llegó a identificar estos episodios como aliados, una conducta que será difícil de olvidar.

Se confirmó en esos actos la esencia criminal de la ambición imperialista con respecto a la nación cubana: un ataque despiadado y sin cuartel contra el nivel de vida, los medios de sustento y las perspectivas de desarrollo del pueblo de Cuba.

Conocemos algunas de las amenazas que difunden los sectores anticubanos más agresivos con la entrada del nuevo gobierno.  Nos mantendremos en alerta, pero sin miedo.

Por supuesto, no nos van a desviar de las tareas y deberes inmediatos y cotidianos para resolver los problemas económicos, superar las dificultades que enfrentamos y encaminar el crecimiento y el desarrollo.  Esa es nuestra prioridad.

Con Estados Unidos estamos dispuestos a dialogar y desarrollar relaciones de respeto, en pie de igualdad, que sean mutuamente beneficiosas como con el resto de los países. Pero enfrentaremos contundentemente cualquier intento de injerencia en los asuntos internos.  Es una posición conocida y no debe sorprender a nadie.

Seguiremos abiertos a relacionarnos con el pueblo de los Estados Unidos, a compartir experiencias, a conocernos mejor, con la mayor transparencia y la mayor libertad, tratando de esquivar las duras prohibiciones que el Gobierno de ese país impone a su propio pueblo en función de impedir su natural vínculo con un vecino digno y amistoso, en el absurdo intento por evitar que conozca a la verdadera Cuba.

A pesar de los citados esfuerzos imperiales por aislarnos, nuestra pequeña nación fue admitida este año como miembro asociado de la agrupación BRICS, novedosa instancia de concertación y cooperación que reúne a un significativo potencial económico, productivo, tecnológico, poblacional, territorial y de gran riqueza natural. 

Con todos los países miembros de esa agrupación desarrollamos muy buenas relaciones y compartimos propósitos afines.  Es una instancia que nos abre nuevas oportunidades comerciales, de inversión y de cooperación, que debemos saber aprovechar.

Participamos en las celebraciones que tuvieron lugar en Moscú con motivo del aniversario 79 de la derrota del fascismo en Europa, contienda en la que tuvo un papel determinante el pueblo ruso, con cuyo Gobierno hemos seguido estrechando las relaciones bilaterales.

Hemos recibido apoyo y profundizado las fraternas relaciones con China, Vietnam y Laos. Definimos las potencialidades para incrementar la relación económico-comercial con la Unión Euroasiática. Logramos avances importantes en los vínculos con los países del Consejo de Cooperación del Golfo.

El rechazo casi unánime de la comunidad internacional al bloqueo económico de Estados Unidos se ratificó con contundencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas, escenario en el que también se hizo evidente el reclamo de numerosos gobiernos para que Estados Unidos excluya a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.

En nuestra América seguimos apostando por la indispensable integración y comprometidos, en primer lugar, con la alianza bolivariana ALBA-TCP, fundada por nuestro Comandante en Jefe y el Comandante Chávez, y cuyo aniversario 20 celebramos hace unos días en la hermana Venezuela, fortaleciendo aún más las históricas relaciones de amistad, solidaridad y cooperación que nos unen en la lucha común contra la agresión del imperio.

Reiteramos desde aquí nuestro apoyo a Nicaragua.

Igualmente ratificamos la activa y natural pertenencia a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, cuyos miembros suscribieron aquí en La Habana la Proclama de la región como Zona de Paz.

Este año se preservó el apoyo de América Latina y el Caribe en rechazo al bloqueo económico de Estados Unidos, frente a algún intento de lesionar el consenso, que quedó absolutamente aislado.

Tuvimos la oportunidad de participar como invitados en la ceremonia de toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum, en México, país al que nos unen profundos lazos fraternales y con el cual ampliamos relaciones durante la presidencia del probado amigo de Cuba Andrés Manuel López Obrador, y que seguiremos expandiendo en lo adelante.

Mantuvimos el compromiso con la paz en Colombia, incluyendo nuestro papel como garantes en los procesos en los que estamos involucrados.  A inicios de año tuvo lugar en La Habana una sesión de la mesa de diálogo entre el Gobierno colombiano y una delegación del ELN.

Con los países hermanos miembros de CARICOM continuamos trabajando sobre la base de intereses comunes y la larga relación de amistad, respeto y confianza que hemos construido a lo largo de los años.

También a inicios de año cesó la responsabilidad de Cuba como Presidente del Grupo de los 77 y China, después de un desempeño en 2023 que convocó el esfuerzo y el compromiso de representar con eficacia a los países en desarrollo en diversos escenarios internacionales.  Participamos y contribuimos, además, al éxito de la Cumbre del Grupo y la del Movimiento de Países No Alineados, ambas celebradas en Uganda.

La política exterior cubana sigue descansando en posiciones de principios, en la lucha antimperialista, en la defensa de la paz, en la promoción de la solidaridad y el internacionalismo; en la búsqueda de relaciones de amistad y cooperación con todos los países, en la preservación y promoción del Derecho Internacional.

En el marco de las duras condiciones que ha enfrentado el país este año podemos decir que hemos recibido una amplia y profunda solidaridad internacional, que agradecemos, procedente de muchas naciones, tanto de parte de gobiernos como de organizaciones y personas individualmente, así como de organismos internacionales.

Ellos se muestran sensibilizados con la situación del país, y la gran mayoría tiene absoluta claridad sobre las extraordinarias condiciones de desventaja que el bloqueo económico recrudeciéndose impone.  Comprenden que se trata de un obstáculo fundamental para el desarrollo, con independencia del esfuerzo que se haga, de las características del modelo económico y de los problemas que como cualquier otro país del mundo tenemos.  También, hay que decirlo, tienen confianza en la capacidad de este pueblo para superar las dificultades actuales por grandes que sean.

Diputadas y diputados:

El año que termina deberá inscribirse como uno de los más difíciles para Cuba por las afectaciones acumuladas en el último lustro, debido al ya señalado recrudecimiento del bloqueo y la inaceptable, por falsa y malintencionada, inclusión del país en una lista de los que supuestamente apoyan al terrorismo.

Los últimos meses han sido particularmente complejos.  En pocas semanas enfrentamos dos huracanes, dos sismos intensos y una emergencia energética, con todas sus consecuencias: daños a la infraestructura de sistemas de servicios indispensables para el pueblo, afectaciones a más de 50 000 viviendas y la dramática pérdida de bienes y posesiones familiares y personales de decenas de miles de personas en los territorios afectados.

Hoy podemos decir que se ha recuperado el 20 % de las viviendas afectadas.  Los daños a la infraestructura eléctrica se resolvieron a los 15 días del paso del huracán Oscar, a los 28 días del Rafael; a las 48 horas del sismo en Granma y a las 12 horas en Santiago de Cuba.

Además, ya están listas 45 de las 50 máquinas de riego afectadas; actualizadas 11 991 de las más de 17 000 hectáreas de plantaciones dañadas; 154 de 190 naves porcinas y 79 de 134 naves avícolas, así como 33 de 60 casas de cultivo, y continuamos en recuperación.

En jornadas realmente dramáticas por la gravedad de los eventos, en zonas del país ya seriamente afectadas por la falta de recursos, hemos apreciado también la fuerza y persistencia de los valores humanos que forman parte de la naturaleza de los cubanos y que la Revolución ha reforzado con su obra innegable de justicia e igualdad social durante más de seis décadas.

No es la primera vez que se nos muestra en todo su valor el heroísmo del pueblo cubano. Como no es la primera vez que nos enfrentamos a los golpes combinados de la naturaleza y de un enemigo que no cesa en su afán de reconquistarnos.

Como dejó dicho Fidel: “Es amarga esta lucha en el terreno económico, tremendamente amarga, difícil, dura; esta lucha contra el bloqueo, esta lucha contra las escaseces, esta lucha contra la pobreza, esta lucha contra las necesidades materiales e inmediatas de tanta gente que todos los días necesitan esto o lo otro; esta lucha contra el que se desalienta, o el que se desmoraliza; esta lucha contra los que no tienen principios, contra los que traicionan los principios o violan las leyes y las normas en perjuicio de los intereses de los demás; ese trabajo arduo que nos imponen las circunstancias en que luchamos”.

No es la primera ni será la última vez que en medio de situaciones difíciles, que alcanzan hasta la emergencia, arrecie y se sienta en toda su perversidad la esencia del bloqueo criminal y de la guerra económica que enfrentamos.

Reitero lo que afirmé en el Pleno del Partido: Sí hay bloqueo, sí se ha recrudecido, sí nos enfrentamos a una guerra económica, sí nos desprecian, sí nos intoxican vulgarmente, obscenamente y cargados de odio en las redes sociales (Aplausos).

Pero contamos también, y es lo más importante, con un pueblo heroico y digno (Aplausos).  Y venceremos siempre mientras ese heroísmo que está en los genes de los cubanos crezca y se revele ante todos los adversarios con el componente esencial y sagrado de la unidad en torno a un mismo objetivo: preservar la independencia, la soberanía y la justicia social (Aplausos).

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