
Por: Enrique Valdés
La nueva Constitución, aprobada por la mayoría de los cubanos, y recién entrada en vigor se pronuncia por un Derecho de Familia más solidario y responsable.
Y estas son afirmaciones sustentadas en el texto de la Carta Magna que, sin lugar a dudas, visibiliza a los sectores más vulnerables de la sociedad, diversifica el concepto de familia e incluye nuevos modelos que hoy conviven en la sociedad cubana.
Hace apenas unas décadas en buena parte del mundo prevalecía el concepto único de la familia surgida a partir de la formalización del vínculo matrimonial, ¿puede una sociedad cada vez más plural apegarse a esa única manera? ¿y los distintos factores que hoy se mueven dentro de ese concepto cómo protegerían sus derechos?
La Constitución cubana y el nuevo Código de Familia, ahora en fase de estudio, deberán ampliar el horizonte de ese concepto con un sentido inclusivo que permita proteger de Derecho a los distintos tipos parentales reconocidos en la sociedad actual.
Quizás por ello, y protegiendo también los intereses de los sectores más vulnerables, esa nueva Constitución en vigor visibilizó de manera particular a los niños, adolescentes y jóvenes, a las personas con alguna discapacidad, a los adultos de la tercera edad.
De lo que se trata, en mi criterio, es de lograr un consenso interno que permita modelar un mundo en el cual, lejos de patrones de sometimiento, cada uno de los miembros de la familia encuentre espacio para su desarrollo integral sin ningún tipo de tabú o discriminación.
Hace algún tiempo nos sorprendió gratamente una conferencia de la Doctora Patricia Ares, profesora titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, en la cual explicó cómo la prevalencia de los adultos mayores en los hogares cubanos y la obligada coexistencia generacional bajo un mismo techo, exige convertirlos en espacios de diálogos, de una comunicación que no puede ser autoritaria sino de empatía, y donde se dirimen con amor y sin imposiciones los conflictos.
Esta es una realidad palpable. Cerremos los ojos y apliquemos esa afirmación a la parte íntima de nuestro entorno, miremos los conflictos generacionales a los que asistimos con frecuencia y de esa manera estaremos en condiciones de comprender que muchos de los problemas que hoy afectan a las familias podrían resolverse sin la necesidad de un tribunal que medie o decida.
Cuba tiene una Carta Magna de avanzada, revolucionaria para su época e inclusiva, pero las leyes por sí solas no pueden solucionar todos los asuntos, corresponde a las distintas ciencias involucradas en este tema imbricarse en la búsqueda del bien común, entretanto recae también en las personas involucradas tratar de encontrar el punto de inflexión que permita el desarrollo individual de cada uno de sus miembros sin que prevalezca en esa búsqueda conceptos machistas o feministas que lastren la visión de avanzada que la sociedad defiende.