
“Sin propaganda, no hay movimiento de masas”
Fidel Castro Ruz
Cuando se habla de amnistía debemos situarnos en un perdón general, decretado por el poder público, a través del cual se borran determinados tipos de delitos y se anulan sus consecuencias penales. Esta máxima se convirtió en fuerte motivación para madres, familiares, amigos, sectores democráticos y progresistas, movilizaran a la opinión pública de toda Cuba, a favor de la libertad de Fidel y un grupo de combatientes, llevados al Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos, para cumplir sanción por haber participado en los sucesos del Moncada el 26 de Julio de 1953.
La noticia de la llegada de los moncadistas al pequeño terruño se esparció y es entonces cuando la familia Montané-Oropesa, decide convertir su casa, hoy museo Jesús Montané Oropesa, en el centro de organización que desplegó las acciones por todo el territorio nacional, con el fin de lograr la libertad de los jóvenes. Allí acordaron imprimir una tarjeta con el grabado de una vista de las edificaciones del penal cuya finalidad era extender el radio de acción de la campaña por la amnistía, llegar a más personas y lograr una mayor incorporación. Se les envió cierta cantidad a los familiares de los asaltantes para que ellos las entregaran a personalidades de entonces, a periódicos y estaciones de radio.
Fueron los propios familiares de los patriotas los que propiciaron el surgimiento de un “Comité Pro Amnistía” que comenzó a formarse para mostrar su inconformidad y luchar por la liberación de los jóvenes rebeldes, donde desempeñaron un papel muy activo las madres de los sancionados, quienes para despertar la sensibilidad pública promulgaron la "Carta de las Madres de toda Cuba". En el documento, reclamaban la liberación de todos los encarcelados políticos, fue circulado de mano en mano, mimeografiado o enviado por correo la víspera del Día de las Madres, y fue dirigido a las de toda Cuba. La carta iba firmada por María Esther Aguilera, Rosario Bosque de Almeida, Luisa Prieto de Miret y Zenaida Oropesa de Montané
El hecho es considerado por estudiosos como el estreno histórico de la humilde organización “Madres Cubanas” que devendría rápidamente en el “Comité de Familiares Pro Amnistía de los Presos Políticos”, inscripto en el Registro de Asociaciones del Gobierno Provincial, según recuerda Juan Almeida, padre, de esta forma, al tener un amparo legal, les daba ciertas facilidades al momento de realizar diversas acciones, a ello se le agrega el apoyo desempeñado por Mariano Rives, primer alcalde revolucionario de la entonces Isla de Pinos, como miembro del Comité Pro Amnistía. Poco a poco se fueron sumando centenares de personas desde occidente hasta oriente, llegando a ser el centro promotor de una poderosa campaña de amnistía política, removiendo las fibras más sensibles de todo un país.
Otra importante sede organizadora de estas actividades para el resto del país fue la humilde casa de madera de la familia Almeida Bosque, en la barriada habanera de Poey. Ambas, trabajaron en la recogida de firmas en apoyo a la causa y para ello se contó con la valentía de un grupo de madres de los reclusos como fue la de Enrique Cámara, encargada de recoger las rúbricas en Marianao, la de Israel Tápanes, en Matanzas, la de Ernesto Tizol, en Oriente. Visitaban casa por casa, hablando en fábricas, talleres, escuelas, sedes de revistas, transmitían su dolor, pero al mismo tiempo su fuerza para luchar por una causa justa, atrapaban la atención de quienes las escuchaban, su trabajo de divulgación se extendió a toda la nación y funcionaron especialmente en Santiago de Cuba, La Habana y la Isla de Pinos.
Dentro del Presidio también se operaba. En relación directa con el Comité crearon una cooperativa que tenía como principio la distribución igualitaria de alimentos y de la ayuda en general que llegaba desde afuera del penal. Estaba atendida por Sergio Montané Soto quien se encargaba de hacer llegar lo recogido por los familiares para los penados. Además, aprovechando las visitas coordinadas, se introducían materiales en latas de manteca de doble fondo, en las cajetillas de cigarros, en panetelas, dentro de tabacos, en cajas de fósforos y en cuanta forma posible surgiera para garantizar el adecuado funcionamiento de las vías de comunicación entre el recinto carcelario y el exterior.
De la misma forma, Fidel logró enviarle a Haydée Santamaría y a Melba Hernández su histórico alegato de autodefensa en el juicio reconstruido con lujo de detalles, salieron del reclusorio pequeños fragmentos o textos escondidos dentro de otros, escritos con jugo de limón, luego, se planchaban y los párrafos se ponían oscuros, pudiendo leer su contenido. Cuando el documento estuvo completo lo imprimieron en secreto, tomaron para su nombre la última frase del alegato: “La historia me absolverá”, y lo distribuyeron clandestinamente por todo el país. De esta manera, con escasos recursos, el pueblo conoció por qué y para qué se había asaltado el Moncada, así como los crímenes cometidos por Batista y sus cómplices
El dictador había expresado con su cinismo característico que a fin de lograr un clima “de paz y concordia” en la nación, primero los amnistiados debían comprometerse a acatar el régimen y las leyes establecidas, o sea, proponía dejarlos libres si renunciaban a sus ideas y no enfrentaban más a la tiranía.
Por supuesto que ese chantaje fue denunciado por Fidel y sus compañeros, quienes se negaron a recibir un indulto con condiciones, lo cual provocó el aislamiento del líder de la Generación del Centenario a una celda en solitario en el Presidio Modelo.
En un documento publicado en la revista Bohemia en marzo de 1955, Fidel se refirió al interés de una inmensa parte de la ciudadanía a favor de su libertad y la de sus compañeros, nacida del sentido innato de la justicia, pero igualmente alertó de que alrededor de ese sentimiento se había levantado una orgía de demagogia, hipocresía, oportunismo y mala fe, y mencionó un hecho significativo: en una entrevista de prensa en Santiago de Cuba Batista declaró que no existía opinión pública a favor de los moncadistas y días después el pueblo oriental realizaba la más grande movilización de la campaña según los cronistas, clamando por su libertad.
El régimen, obligado por intereses electorales, dictó indulto a sus opositores, pero excluyó inicialmente de él, a los asaltantes de los cuarteles Moncada y de Bayamo, pero sin lugar a dudas la campaña engendrada y organizada por el “Comité Pro Amnistía” fue más fuerte, al convertirse en el poderoso movimiento promovido alrededor de una causa justa. Bajo la conducción de Fidel Castro, logró activar la conciencia nacional y el estado de opinión sobre los jóvenes revolucionarios, desempeñando un papel movilizador contra la dictadura batistiana durante el primer semestre de 1955, contribuyó a debilitar la tiranía dentro de las normas legales de la época. Se convirtió así, en la gran victoria del pueblo.
Hoy a 70 años recordamos que el 15 de mayo de 1955, derivado de la fuerte presión popular, el régimen de Batista estuvo obligado a decretar una amnistía política, otorgándoles la libertad a los presos por los sucesos del Moncada, incluido el doctor Fidel Castro, el principal enjuiciado por ese hecho. Sin duda alguna, el “Comité Pro Amnistía” ayudó a cambiar el rumbo de nuestra historia.